Habitualmente se enseña que el precio de una acción depende de la oferta y la demanda de cada momento. Esto es: el precio de una acción será el punto de equilibrio en el que haya gente dispuesta a venderla y por otro lado gente dispuesta a comprarla a un determinado precio. Dicho esto, la pregunta siguiente es ¿por qué ese precio y no otro?
En última instancia, el precio de una acción dependerá de la capacidad futura de generación de beneficios de la empresa. Esta es la clave.
Hay que tener en cuenta que el futuro no está dado y lleno de incertidumbre. Por lo tanto, la valoración futura de generación de beneficios por parte de una persona es completamente subjetiva. De hecho, se pueden generar ciertas situaciones que tienen explicación:
Un caso extraordinario es el de Tesla. Su capitalización bursátil es superior a la de muchos fabricantes tradicionales. Sin embargo, los inversores de Tesla ven justificada esta inversión porque creen que en el futuro venderá muchos coches y conseguirá generar caja.