Atendiendo a la definición del National Institute of Mental Health sobre el trastorno bipolar esta es una buena definición del síndrome maniaco-depresivo:
Los que sufren del trastorno bipolar experimentan cambios de ánimo inusuales. A veces se sienten muy felices y “animados” y mucho más activos que de costumbre. Esto se llama manía. Y a veces los que sufren del trastorno bipolar se sienten muy tristes y “deprimidos” y son mucho menos activos. Esto se llama depresión.
Si bien es una definición médica aplicable a personas humanas, no es menos cierto que la bolsa (el mercado) no es más que la acción humana de millones de personas intercambiando activos. Por lo tanto, el mercado funciona siguiendo los mismos incentivos que guían a las personas actuando. Como decía nuestro buen amigo Matthew McConaughey en la película El lobo de Wall Street interpretando su papel de Mark Hanna: Cada día. Cada año. Cada década. Cada siglo.
Esta analogía del trastorno maníacodepresivo trasladado a la bolsa nos permite entender en parte como se comporta. Y es que a veces la bolsa sube y sube de forma irracional, y otras veces se hunde y toca suelos que jamás pensábamos que se iban a dar. Y por supuesto, un buen inversor podrá sacar beneficio de todo esto.
En periodos fuertemente alcistas todo el mundo se lanza a comprar. Y es aquí donde juega un papel fundamental la psicología humana. En periodos alcistas todo el mundo quiere entrar en bolsa. Hay gente que incluso llega a endeudarse para invertir. Olvidando que algún día la euforia pasara, los precios se hundirán y perdiendo de la noche a la mañana una cantidad importante de dinero por la imposibilidad de "salirse a tiempo".
Y es entonces cuando llega la depresión. Los telediarios día tras día repitiendo lo mal que va la bolsa y la economía. Es el caos. Es el fin.
Así es como se comportaría la mayoría de inversores. Sin embargo. Se puede sacar provecho de todo esto: vender cuando todo el mundo compra y comprar cuando todo el mundo vende.
En periodos de depresión, cuando la bolsa baja, es momento de comprar. Y seguir comprando si sigue bajando. Lo único claro que tenemos en esos momentos es lo siguiente: la bolsa está barata. ¿Acaso no queremos comprar barato y vender caro?
Pero la psicología humana es así. Nos ofrecen un coche con un 30% de descuento y lo compramos sin dudarlo. En cambio, si nos ofrecen acciones baratas de una empresa nos cuesta decidirnos.
El problema es psicológico. Hay que ir en contra de todo el mundo. ¿Y si compro y sigue bajando? Si todo el mundo vende por algo será. Duele ir a contracorriente. Literalmente. Sin embargo, la historia nos ha enseñado que en todos los cracks bursátiles el mundo no se acaba. Simplemente el mercado nos ofrece las acciones con descuento (a veces a precios de risa), y al cabo de un tiempo el temporal amaina y las acciones vuelven a su precio natural. A un precio más coherente con la situación financiera real de la empresa.
Por tanto, no te dejes llevar por el pánico. Entiende la volatilidad como una oportunidad para posicionarte en precios más baratos. Aguanta la tempestad (aunque todo el mundo te diga que es una locura estar invertido en renta variable) y verás como en cuestión de meses todo vuelve a su ser.
Lo mismo es aplicable en situaciones de euforia. Vende. No sabemos cuándo pero la burbuja se pinchará antes o después. Es imposible predecir el cuándo, pero lo hará. Como contaba la incierta anécdota del limpiabotas de Wall Street en los años 20, si todo el mundo está invirtiendo en bolsa es el momento de vender.